Por @jordicarreno
Siguiendo con el capítulo anterior he intentado que se comprenda un poco mejor cuál es la situación desde el punto vista de la composición del demonizado mundo islámico qué, contrariamente a lo que la mayoría de las personas occidentales piensan, es pacifista y de entrega y amor al prójimo apoyándose en sus 5 pilares, el primero, La profesión de fe, la oración, la limosna o Zakat (Azaque), el ayuno y la peregrinación a La Meca.
Dentro de estos, están principios y fórmulas de convivencia, el primero, es el reconocimiento monoteísta de la confesión en base a, que “Alá es el único dios” y que todo musulmán se debe a él y a las enseñanzas de su profeta. La segunda, es la oración que se debe hacer cinco veces al día si se puede recitando las fórmulas y versículos del Corán y, que acompañadas de una serie de inclinaciones significan la devoción, sumisión y obediencia a Alá. La tercera es el Zakat que trata de asegurar el bien estar de todos los musulmanes y que representa la solidaridad y el amor al prójimo donando a los más necesitados un 2.5% anual de su riqueza, sea esta en dinero, bienes o especias, la cuarta, es el ayuno, que es el ramadán y que designa más que el propio ayuno en el mes suyo obligatorio para todos los musulmanes, el ayuno como un acto de purificación y por último, está la peregrinación, que será a La Meca, que es la ratificación del peregrino como buen musulmán, un modo de confirmación y que debe realizarse al menos una vez en la vida si lo medios y circunstancias lo permiten.
Dentro de estos preceptos básicos se incluyen otros muchos más como el saludo, es algo muy importante y tiene muchas más connotaciones que en occidente, algo más allá de la cortesía, la hospitalidad, es algo intrínseco en todo musulmán, aun siendo infiel, siempre serás bien recibido y agasajado y protegido en su casa, ser humilde y amable, no solo ante dios sino ante el prójimo, la concepción del tiempo, la reflexión y la deliberación son parte de su forma de ver u tratar todos los asuntos de la vida, por eso se toman su tiempo para resolver y actuar moderadamente, es una característica muy valorada en los que «se someten a Dios” como buenos musulmanes ya que significa que dedican tiempo a adecuar sus decisiones a sus preceptos y enseñanzas.
Todo esto, para que se pueda ver que, un buen musulmán no tiene nada o casi nada que ver con los musulmanes de los estados más fundamentalistas, como Arabia Saudita e Irán, Libia o ahora el Afganistán de los talibanes y; por supuesto, nada que ver con los grupos radicales como Hamás, Hizbulá, Al Qeda, Estado Islámico u otros.
Por eso, hablar de la liberación del Estado palestino es algo mucho más complejo que la aspiración de liberar a este de la colonización israelí, ya que esta, es toda una estrategia de defensa contra el mundo musulmán radicalizado que les rodea y con el que llevan desde las purgas del medievo, con las expulsiones de judíos hasta el alzamiento del nazismo, que, incrementó sin duda el antisemitismo desde Alemania, Austria y Rumanía haciendo este extensible al todo el mundo musulmán y a los países de corte antisemita que, además, creció ante la avalancha de judíos que salieron de Europa para llegar de nuevo a su “Tierra Santa” ubicándose en la Palestina de Mandato británico desde 1917 como única opción a las todas las restricciones migratorias de los Estados influenciados, ya sea por la I Guerra Mundial o más en puertas y durante la II Guerra Mundial donde todos somos conscientes de lo que sucedió con el pueblo judío (la Shoá u Holocausto que inspiró después al fundamentalismo árabe) y la negación de los estados políticamente antisemitas.
Llegados a este punto, hay que volver para atrás y ver los orígenes de ambos pueblos y sus asentamientos en el territorio palestino mucho antes de que este fuese denominado así por la romanización, es decir, desde los tiempo tribales, la Tierra de Canaán, que ocupaba gran parte del Creciente fértil de Oriente Medio, yendo desde Egipto hasta el occidente de Jordania, parte del Río Jordán pasando por la franja de Gaza, Cisjordania, mar muerto hasta llegar a Mesopotamia lo que incluye parte del Tigris y Éufrates.
Ciñéndonos a los territorios palestinos, estos estaban ocupados por distintas poblaciones que, hacia el 2000 a. C. están documentadas por la presencias de los pueblos de lenguas semíticas donde principalmente se usaban común y alternativamente las lenguas fenicias, las lenguas cananeas y el hebreo, lo que significa que, antes de la islamización los judíos eran ya un pueblo originario e instaurado en la zona que, dentro de la tradición judía, se conoce como Eretz Israel, de la que se tiene registros arqueológicos desde el circa XVII o lo que es lo mismo, desde la conocida como AEC – Antes de la Era Común o época bíblica- que se adhiere a la época Abrahámica.
Las tribus que habitaban Canaán eran principalmente los cananeos o descendientes de Cam, los archienemigos del pueblo israelita, y aquí me paro, este es el origen del enfrentamiento territorial de cananeos (antecedente de los palestinos aun no islamizados) y los israelitas, los descendientes de Jacob, nieto de Abraham (antecedente de los judíos sean de tradición hebraica o israelí) que nació presumiblemente -aquí la fuente es bíblica no arqueológica- en el Beer Lahai-Roi, asentamiento que significa “el pozo de quien me ve” ubicado en la zona del Cadés sita al sur de Canaán enlazando lo que serían los territorios de Palestina, parte del desierto del Neguev y el Sinaí haciendo frontera con Egipto.
El resto de la Tierra de Canaán era ocupada por filisteos (Gaza y Aquelón), amalequitas, amorreos, hititas, ebuseos, perizitas, heveos de ciudad de Siquem, descendientes de los hebreos, etc. Visto entonces esta distribución, ¿quién puede afirmar? Uno, que los judíos no proceden y están en su tierra, dos, que los palestinos no están también en su tierra, tres, que ambos se cruzaron con el resto de tribus y pueblos formando una población que, judeo o palestina comparte desde el 70% al 82% de su cadena cromosomática, es decir, el mismo ADN y por último, que este conflicto se agrava a partir de 1881 con el retorno de la diáspora, la islamización radical del territorio con la instauración de la república islámica de 1979 de Irán posicionado el radicalismo musulmán chií sobre la mayoría suní, que, además, provoca que esta radicalización y la importancia geopolítica de la zona haga que los intereses occidentales fuercen el apoyo a Israel radicalizando aún más el mundo musulmán en una lucha estratégica por el control económico y religioso del mundo. Es la lucha de dos mundos y no de dos pueblos.
La solución determinada por el fin del Mandato británico y la Resolución 181 de la ONU, que se aprobó con la mayoría de la comunidad internacional aprobada por 33 votos a favor, 13 en contra y 10 abstenciones reconoció el Estado de Israel; y por tanto, asentó política y jurídicamente a los judíos en una tierra que ya era en parte suya, y que esta misma decisión, fue también rechazada en su totalidad por los palestinos, el mundo árabe y aliados como Rusia, China y otros. Seguimos entonces en la diatriba de, es el territorio palestino de los palestinos o de los judíos. La verdad, es que es de ambos, el problema está en cómo se distribuye justa y equitativamente dando seguridad a ambos.
Ahora, solo queda leer y analizar la carta fundacional de Hamás para entender (no significa compartir o estar de acuerdo con las políticas del Estado de Israel, pero es una realidad fehaciente) que la solución pactada es prácticamente imposible si no es arbitrada y vigilada por la comunidad internacional que, negociando un reparto más justo del territorio en función de sus orígenes e historia para, uno, garantizar la supervivencia de los judíos en un entorno hostil islamizado cada vez de un modo más radical y, por ende, con total vulnerabilidad al estar rodeado de supuestos unos y otros seguro enemigos antisemitas de Israel y, por otra, el de poder asegurar, afianzar y garantir también el espacio al pueblo palestino devolviéndole parte de los territorios colonizados haciendo que les permita una mayor libertad e independencia lejos de la influencia del fundamentalismo islámico con las llamadas democracias árabes, algo posible si se elimina al radicalismo, recordemos que el 93% es mayoría suní; y por tanto, no radicalizada ni partidaria de la solución violente, aunque ahora esté alineada con los extremistas islámicos. CARTA FUNDACIONAL (enlace)
¿Por qué no se puede negociar con Hamás? La respuesta es obvia y está declarada en su propia carta fundacional que, básicamente dice que su objetivo es eliminar a los judíos, que además estos son objetivo de todo musulmán y pone les pone la diana indiscriminada a todos sin excepción de que sean hombres, mujeres, ancianos o niños.
Y, porque, además, la paz no se puede negociar con quién no la desea y tiene como leitmotiv la conquista religiosa a través de la sumisión y obediencia o por la rendición a través de las armas y en nombre de un dios que, por ser único, en su versión les ordena hacer la guerra en su nombre. Algo por lo que no solo están dispuestos a matar, sino que, además están dispuestos a morir, inmolarse y llegando hasta el final tiene como único objetivo el dominio por la islamización del mundo y la conversión o eliminación del infiel, es decir, de todos nosotros.
Por eso, la cuestión ya no es cómo se negocia, sino, qué hacemos para defendernos ante esta tesitura. Mala solución ante el panorama de llegar a acuerdos con quien desea nuestra exterminación.
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